Bueno ella, es una de esas personas que te alegran los días, personas a las que llamas a la oficina, solo para darles un abrazo, porque te hacen reunir todo lo bonito de tu cuerpo en el pecho y te hacen sentir plena. Esto es para ella, me inspira, enjoy...
Odiando la necesidad de sentir a
alguien cerca, llegas tú y me pasas los cabellos por la punta de los dedos,
como ajena, como lejana y altanera a mis encantos. Y pienso que a veces la
vida, trae una injusticia agria, agria porque los pecados dulces vuelven a ti
en espasmos de un dolor casi físico, un rumor intranquilo y cardiaco. Duele
porque te he amado con mesura, con una mesura cuidadosa pero intranquila a
veces, cuando la suavidad de tu piel se entrecruza con mis impuros pensamientos
que te señalan y te susurran con disimulo que sí, que tal vez, a veces las
mariposas que me regalas, se enamoran de tu figura. Y pienso que sí, que es el
miedo a no tenerte completa el que me frena los sentimientos, que los ata a la
cama en la que jugamos y esta los pone en relieve para que tú los veas al
natural, fuera de ella, he entrenado las pupilas para que te muestren que no te
pienso más allá de una tierna diversión. Pero cuando me abrazas y me callo los
halagos, cierro las ventanas de mi alma para ser una contigo, con todo, porque
tu abrazo es el azúcar de mis momentos y a veces de mis días, un día sin uno,
es un día sin crepúsculo. Nadie sabe lo que siento, solo el sudor que ha
quedado en tus sabanas y una onza de mi alma que se esconde y te reconoce como
su dueña, cuando yo la llamo a la
superficie y mis labios te dibujan la sonrisa que esbozas mientras te beso.