miércoles, 14 de febrero de 2018

El rio

Hello,

Este mes quiero proponerme escribir algo cada semana, así sea una oda al polvo.



Mi espalda es el pasillo infinito por el que caminas.
Me haces cosquillas que duelen, tanto que quisiera escupirte flores en la cara, una flores rojas y amarillas, llenas de reclamos, llenas del orgullo que a veces no tengo, y del miedo con el que te miro sin saber qué decir.
Me duelen las costillas de tanto paso que has dado, de tanto amor propio que he perdido a lo largo de estos años.
Ahora, tengo los ojos callados porque todo lo malo podría suceder si hablan demasiado.
Ahora la flor del miedo a lo desconocido sí me ha empezado a nacer en medio del pecho.
Y la verdad que quisiera que supieras que solo cinco primaveras han pasado por estas letras y que no me levanto cada mañana con el otoño en la boca solo para dejar hojas secas a la vista de estaciones extrañas.
Es insultante que pienses que mi gesto es vano y es absurdo que por tus ojos yo me sienta poco válido.
Lo gracioso es que después de esta tormenta que me tiró nubes en la cara, sigo parado bajo la lluvia, mientras los rayos me llaman inconsecuente.
Mi naturaleza niega el frío de esta lluvia que se me cala en los huesos. El agua se me ha filtrado y siento el agua congelar hacia abajo mientras camino.
Luego escucho la música y la lluvia se me quiere salir por los ojos. Hay un ciclón contenido y desesperado que quiere evaporarse solo por fluir.
Entonces, solo quiero sacudirme y que mis huesos se liberen de este hielo.
Quiero ser un río, un río que todo lo borra, que todo transforma y que todo olvida.
Quiero olvidar y volver a ser la brisa húmeda que es libre de todo temor, de toda desconfianza, de todo hechizo trazado.
Quiero ser aire del pasado, ese ser de agua feliz e ignorante de las trampas.
Ese que se soñó prisionero de tu casa y descubrió sus cadenas.
Aquel que se liberó y con curiosidad buscó resolver una incógnita.
Una víctima de Estocolmo que descubrió y pensó en abrazar las cadenas.
Volver al momento en el que dejé de verte y comencé a mirarte.
Volver...
O volverte otra, lo que suceda primero.

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