Como siempre, por aquí les traigo el poema de la semana. Espero les guste y lo compartan en sus redes sociales.
Fue una situación.
Ella lucía muy alta,
aunque realmente mediamos lo mismo.
Desde que la vi, nunca la miré,
nunca a su manera.
Siempre dispuesta, me seguía y no me daba cuenta.
Lucía muy alta y me daba pena,
había insistencia y me daba pena.
Sin importar distancias, yo prefería caminar.
Tratando de encontrar mi casa se perdió una vez, e incluso así, no paró.
Visitas de 4:20,
visitas a las plantas,
risitas, cómo estás,
agua y café, por favor.
La pista y después la negación,
una prueba, una foto y luego, ¡la luz!
Un sueño quizá demasiado tiempo soñado, no se desprecia por muy oscura que sea la cueva.
El reto de no ser ansioso,
de esperar, de vernos en el baño y poder hablar de viajar sin pasaporte.
¿Cómo jugar al ajedrez para quedarte en mí y que no te vea nadie?
Luego, la luz ya un poco gris,
pataletas pequeñitas,
la cínica decepción y el caos.
Hubo silencio y palabras veloces,
porque nunca podría ella odiarme, cuando me ama.
Quizá sin pecado va el que no sabe amar con menos veneno.
Solo había un amor correspondido y esperanza,
esperanza en sus ojos espías.
Y locura, porque solo se le llama locura a querer dañar lo que amas solo porque es tuyo.
Tan alta, muy alta y tan baja al final.
Y entonces llegó la noche y la fatiga,
pesaron los años de tanto intentar.
Se notó el tiempo perdido, se notó todo.
Pero que nunca nada se note, que se note la ausencia y la luna nueva en lo alto, pero nunca nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario