domingo, 7 de febrero de 2016

Tacto



Yo siempre he pensado que la noche es cómplice de la mejor inspiración. No sé si sea eso o si sea que no puedo dejar de dedicarle versos.



Tocarla,
Tocarle la vida, la seda y el firmamento de su piel.
Tocar sus labios con mis labios.
Tocar su ombligo con mi ombligo.
Tocarle los túneles de sus cabellos con el viento de mis dedos.
Tocarle viva, como el sol a la piel en una mañana de otoño.
Tocarla en grande, victoriosa; choque de cuerpos celestes,
mi sol de madrugada, tibio y sincero.
Tocarle la existencia como cuando se hace presente en la brisa y me llega el perfume de su ser.
En el día, la toco con mi mirada, la acaricio con las pestañas, me colorea la vida,
mi colorida primavera.
En la noche, la toco con el ojo del recuerdo,
le tarareo una melodía en la distancia y le deseo buenas noches,
mientras la confundo con mi almohada.
No importa la hora ni la jornada, su seda infinita, en mi alocada imaginación,
sí me acompaña. Y una media luz hecha de nosotras alumbra este corazón en penumbra.

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