viernes, 18 de mayo de 2018

Un niño con sueño

Hello,

Una vez más aquí les dejo el poema de la semana, está especialmente dedicado a un gran amigo mío, 

el Gato Molina, es artista, por aquí les dejo el link a su blog: http://blog.gatomolina.com/ 

Enjoy!


Así es siempre,
Siempre rendido al sueño, pero con la expectativa de vivir algo antes de dormir.
La esperanza está en el último rayo de luz que se cuela por sus pestañas.
Incluso cuando todo está perdido, su corazón se aferra a ella.
La salida a los problemas siempre está en ese último suspiro de su conciencia.
En ese momento, todo podría pasar y él perdérselo, por exceso de somnolencia.

En ese momento,
podría ganar la lotería,
obtener el corazón de alguien,
beber de la sonrisa que le regalan con el rabillo del ojo
o darse cuenta de que está vivo.
Sin embargo, sueña,
y despierta con la curiosidad en la boca,
con el impulso de vivir un futuro cercano, y quizá ganar la lotería,
obtener el corazón de alguien,
tomar una foto de la estrella que brilla ante él cuando alguien le sonríe con el rabillo del ojo y por consecuencia,
darse cuenta de que está vivo.
Aún así es duro poner los pies en el frío suelo de la habitación,
es duro recordar cuantos otoños le quedan de interrumpir el sueño.

Entonces recuerda los amaneceres de su niñez,
la expectativa de vivir una aventura diaria con el pequeño corazón gladiador latiendo en el pecho,
y llora, porque le parece haber perdido la capacidad de respirar y sentir color.
Le parece que ahora solo será protagonista de su vida en un posible viaje de verano,
y al ver otros horizontes, no reconocerá a este ser que camina fuera de contexto.
A cada paso lejos de su casa, revelará un poco más a ese niño que nunca dejó de ser
y que se disfraza de adulto cada día para ir a trabajar.

Es así como viajar en verano será su acto liberador,
la desnudez de un alma pueril,
el acto de quitarse la máscara de todos los días y respirar a voluntad. 
Entonces, cuando el último rayo de luz solar se cuele por una montaña desconocida, se preguntará:
¿Es crecer respirar a voluntad, o es acaso la necesidad de sobrevivir la que nos obliga a ello?

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