viernes, 22 de febrero de 2019

Disforia

Hello!

En esta ocasión les traigo un poema un poco difícil de escribir, pues expresa y describe un sentimiento muy personal que yo personalmente y muchas personas, sentimos a diario.

Espero les guste y lo compartan.

Fotografía: Ayran Riascos


Templo, 
cómo es que no disimulas la violencia, 
no me emulas la cabeza, 
no te sientas a mi lado, 
ni me sirves de respaldo. 

No disimulas, 
me abalanzas ante el prejuicio, 
no disimulas, 
me interpretas mal y me reescribes incompleto, 
no disimulas, 
ni me ahorras un respiro. 
Entonces corro, 
sin poder disimular
y me corto, 
sin llegar a descansar
y escalo, con la espalda cóncava, 
una sartas de montañas inexplicables, 
montañas desgraciadas que no me dejan mirar al frente, ni recibir miradas extrañas, 
montañas violentas que no me dejan
nunca respirar sosiego. 

Por eso vivo en súplica y te rezo con paciencia
sartas de injurias para llorar,
sartas de momentos para no opinar, 
sartas de herramientas para construir y sanar, 
entre tus montañas más pequeñas, 
una casa dónde disimular la violencia, 
donde escalar con la espalda recta, 
donde respirar la paz. 

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