jueves, 13 de enero de 2011

Tu muerte entre mis manos

Frente a tu reflejo no sientes mi presencia,
Mi cara quiere saciarse con el destello de tu sangre derramada,
Se confunde con el agua de la porcelana fina,
que cubre el suelo en el cual sucumbirás.

Me aproximo a ti mientras tus cabellos rozan tus hombros,
Quieres lograr belleza en sus sucias hebras,
Al ver mi sombrío reflejo junto al tuyo,
tu cara se llena de horror al ver la mía llena de lágrimas vengativas,
cuando en mi mente no eres más que sistemas y entrañas desgarradas que invaden convulsionantes el blanco suelo.
Es hermoso ver la baldosa manchada con tu sangre,
mis ojos se dirigen y reparan una y otra vez en tus cavidades sin brillo ni expresión alguna,
y mi alma se regocija al verlo.

Me abalanzo,
tu caes al piso y con mi mirada de locura te empiezo a arrancar el espíritu lleno de amargura,
rojizos matices vuelan con tus entrañas a mí alrededor,
mi desprecio se complace,
como si solo hubiera vivido para esto.
Tus manos tratan de tocar una esperanza lejana e inalcanzable,
ojos que se desorbitan y buscan piedad en mis ojos vacíos,
tu garganta cansada de regurgitar vida, me suplica.
Soy un ser sobrecogido como bestia encarnizada y discípula de tu sangre.

Ahora, eres solo una masa crepitante, sin forma,
y he comprobado mi sospecha, 
no hay nada dentro de ti.


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